Teóricamente todos sabemos con exactitud lo que nos define como personas, lo que nos hace diferentes de los animales. Una de las cualidades fundamentales del ser humano es su capacidad para expresarse y gozar a través del arte.
Nadie quiere que sus hijos se conviertan en meros "seres amaestrados", todos aspiramos a que nuestros jóvenes sepan expresarse de forma auténtica, que aprendan a pensar por sí mismos; pero a veces olvidamos que para conseguir estas cualidades propiamente humanas hay que cultivar el arte, desarrollar la creatividad, potenciar la expresividad y en fin, fomentar el humanismo.
Nadie quiere que sus hijos se conviertan en meros "seres amaestrados", todos aspiramos a que nuestros jóvenes sepan expresarse de forma auténtica, que aprendan a pensar por sí mismos; pero a veces olvidamos que para conseguir estas cualidades propiamente humanas hay que cultivar el arte, desarrollar la creatividad, potenciar la expresividad y en fin, fomentar el humanismo.
Está muy bien facilitar el desarrollo tecnológico, pero no olvidemos, que lo verdaderamente humano, está en el interior de cada persona. El maestro debe de ser un instrumento, que ayude a descubrir las capacidades de cada uno, ya sea estimulando la creación de obras originales, o enseñando a canalizar las emociones.
Sólo las personas pueden conmoverse con la poesía o extasiarse contemplando "algo" que sin saber porqué, les parece irresistible, fascinante, en una palabra, maravilloso.